Boda civil en el Balneario del Valle del Jerte

Un día inolvidable en el corazón del Jerte

El Valle del Jerte tiene algo especial. Es naturaleza, calma y emoción en estado puro. Y cuando se convierte en el escenario de una historia como la de Marta y Ángel, todo cobra un nuevo sentido.

Desde el primer momento, esta boda civil nos emocionó. Fue íntima, honesta, sencilla y muy sentida. Cada rincón del Balneario del Valle del Jerte parecía estar esperando exactamente esta historia: la suya.

Los preparativos: emociones compartidas, miradas cómplices

El día comenzó tranquilo, pero con esa vibración que solo se siente cuando sabes que algo grande va a ocurrir. Ángel se vistió en la habitación de sus padres, acompañado de ellos. Cada gesto tenía una carga emocional, desde el nudo de la corbata hasta el último botón abrochado con la ayuda de su madre.

Mientras tanto, Marta se preparaba en la suite del hotel junto a su madre. La luz suave entrando por la ventana, el vestido colgado esperando su momento, y las manos temblorosas de una madre ayudando a su hija a vestirse para uno de los días más importantes de su vida. Momentos que tuvimos el privilegio de capturar, sin interrumpir, solo observando desde la emoción.

La ceremonia: un rincón entre agua y naturaleza

La ceremonia civil tuvo lugar en un escenario que parece sacado de un cuento: la isla central que rodea el estanque del balneario. Un lugar íntimo, con vistas al agua y rodeado de vegetación. El entorno lo decía todo… pero sus palabras dijeron aún más.

Fue una ceremonia muy emotiva. Se hablaron desde el alma, con palabras que hacían temblar incluso a los que no conocían su historia. Y luego llegó el momento que nadie olvidará: Ángel le dedicó una canción a Marta, en directo, con la voz temblando de amor y nervios. Si alguna lágrima quedaba por derramar, se soltó ahí.

El cóctel: abrazos, brindis y primeras risas

Después de la intensidad de la ceremonia, el cóctel se sirvió justo al lado, en una zona exterior perfectamente habilitada. Un ambiente relajado, con música suave, comida deliciosa y un atardecer que acompañó como un invitado más.

Nosotros seguimos trabajando de forma invisible, entre conversaciones, risas y abrazos. Capturamos ese instante en que los nervios se disuelven y lo único que queda es celebrar. Las primeras carcajadas reales, los brindis espontáneos, los niños correteando entre las mesas… la vida pasando, y nosotros atrapándola en fotos y vídeo.

El banquete: una fiesta dentro de la carpa

La cena tuvo lugar en el salón de la carpa, un espacio amplio, decorado con mimo y lleno de detalles personales. La mesa nupcial era sencilla, acogedora, como ellos. Rodeados de familia cercana y amigos de verdad.

Durante el banquete se vivieron momentos preciosos. Desde los brindis emocionados hasta los guiños entre ellos cada vez que se miraban sin necesidad de hablar. Todo fluyó con una naturalidad difícil de describir y fácil de recordar en imágenes.

La fiesta: la noche en su punto más alto

Y entonces llegó la fiesta. La zona del asador fue el lugar perfecto para convertir la noche en pura alegría. Música, luces, baile, abrazos sueltos y canciones que todos coreaban. El tipo de celebración en la que sabes que la felicidad no está solo en los grandes gestos, sino en los detalles: unos zapatos que vuelan, una copa en alto, una carcajada entre amigos.

Y allí, como siempre, estábamos nosotros. Documentando cada instante sin intervenir, dejando que el recuerdo se forme solo.

Marta y Ángel, gracias por esta historia

Gracias por dejarnos contar vuestra boda como lo que fue: un homenaje a la emoción verdadera. Nos sentimos parte de vuestro día, y eso es algo que siempre llevaremos con nosotros.

En cada imagen se puede ver lo que sois: cercanos, cómplices, auténticos. Y eso, cuando se fotografía desde el respeto y la verdad, se convierte en memoria para siempre.

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 Cuéntanos cómo imagináis vuestro gran día y dejad que creemos juntos recuerdos inolvidables. ¡Estamos listos para captar cada emoción!.

Fotógrafos de bodas en Cáceres, Badajoz y Extremadura

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