Un día inolvidable en Trujillo y dehesa La Torrecilla
¡La boda de Belén y Carlos fue un auténtico cuento de hadas hecho realidad en el corazón de Trujillo y la majestuosa Dehesa La Torrecilla! Su historia de amor se fusionó con la belleza de la histórica Iglesia San Martín de Tours y la elegancia natural de la finca, creando un día mágico que quedará grabado en el alma de todos los presentes.
Ellos querían una celebración auténtica, elegante, pero sobre todo cercana. Y encontraron en este lugar el escenario perfecto: naturaleza, tradición y mucha alma. Si estás soñando con una boda especial en Extremadura, sigue leyendo: esta historia puede parecerse mucho a la tuya.
Preparativos: nervios bonitos y primeras miradas
Desde primera hora del día, la emoción se sentía en el ambiente. Los preparativos se vivieron con calma, rodeados de las personas más importantes.
Carlos, el novio, se vistió en el hotel Eurostars Palacio Santa Marta, en pleno corazón de Trujillo, justo al lado de la iglesia. Lo acompañaban dos grandes amigos, que no solo ayudaron con el traje y los detalles, sino que también compartieron bromas, abrazos y una copa para templar los nervios. Las vistas del casco antiguo y el ambiente histórico del hotel crearon un escenario perfecto para empezar el día.
Belén, por su parte, se arreglaba en casa de su madre, rodeada de una atmósfera más íntima y familiar. Allí, entre recuerdos de infancia y miradas cómplices, se preparaba para dar uno de los pasos más importantes de su vida. El vestido colgado, los zapatos aún sin estrenar y las manos de su madre ajustando los últimos detalles, crearon una escena llena de emoción contenida.











Una ceremonia de ensueño en la Iglesia de San Martín de Tours
La ceremonia se celebró en la Iglesia de San Martín de Tours, uno de los templos más emblemáticos de Trujillo, situado en la majestuosa Plaza Mayor. La historia y la arquitectura de este lugar aportaron un aire solemne y mágico al momento más importante del día.
El interior de la iglesia, con su luz tenue filtrándose por los vitrales y su silencio reverente, creó una atmósfera íntima y sobrecogedora. Los invitados esperaban en silencio mientras comenzaban a sonar los primeros acordes del órgano.
Carlos llegó acompañado de sus amigos, con una mezcla de emoción y nervios. Poco después, Belén entró del brazo de su padre, avanzando por la nave central bajo la mirada emocionada de todos. La ceremonia religiosa estuvo llena de significado: lecturas personales, miradas cómplices y ese «sí, quiero» que resonó con fuerza entre los muros centenarios.
A la salida, los novios fueron recibidos por una lluvia de arroz y aplausos, con la imponente fachada de piedra como telón de fondo. Un momento clásico, pero lleno de alegría pura, que marcó el inicio de la celebración.















Cocktail en los jardines de ensoñación
Tras la ceremonia en la Iglesia de San Martín de Tours, los invitados se trasladaron a la Dehesa Torrecilla, donde les esperaba uno de los momentos más disfrutados del día: el cóctel.
Los jardines de la finca fueron el escenario perfecto, un rincón de ensueño rodeado de exuberante verdor y bañado por el cálido sol de Trujillo. La felicidad flotaba en el aire. Con música ambiental y un paisaje natural de fondo, los invitados comenzaron a brindar, saludar y saborear.
El catering ofreció una selección de tapas tradicionales reinterpretadas con un toque moderno: jamón recién cortado, quesos de la zona, y pequeños platos con mucho sabor y mimo. Todo servido con una presentación cuidada y atención al detalle.
Este momento también fue ideal para las fotos más espontáneas: niños correteando entre mesas, grupos de amigos riendo a carcajadas, abrazos que decían más que mil palabras, y miradas de complicidad que lo llenaban todo de emoción.
Un instante de pausa, celebración y alegría compartida en un entorno natural que lo envolvía todo.












Banquete en el esplendor del Salón de Carruajes
El banquete se celebró en el impresionante Salón de Carruajes de Dehesa La Torrecilla, un espacio con carácter y elegancia, ideal para una celebración tan especial. Las antiguas carrozas expuestas, los altos ventanales y el rojo intenso de las paredes aportaban una atmósfera distinguida y acogedora.
Las mesas, dispuestas con mimo, lucían mantelería en tonos burdeos y blanco, flores frescas y velas parpadeantes. Una combinación perfecta entre tradición y sofisticación. El ambiente era alegre, con los invitados disfrutando desde el primer plato.
Cada detalle del menú fue una experiencia gastronómica pensada para sorprender: platos elaborados con productos locales, presentación cuidada y un servicio excelente. Durante la cena, no faltaron los brindis, los discursos y una entrada de los novios celebrada por todos, agitando servilletas al aire entre risas y emoción.
Este momento fue un auténtico estallido de alegría compartida. La imagen de Belén y Carlos entrando al salón entre aplausos y abrazos quedará para siempre en el recuerdo de todos los presentes.








Fiesta en el deslumbrante Salón de Doma
La celebración continuó en el espectacular Salón de Doma, un espacio amplio, elegante y preparado para que la noche no tuviera fin. Con luces tenues, música vibrante y una energía contagiosa, la atmósfera se volvió mágica desde el primer momento.
La pista de baile se convirtió en el escenario perfecto para dejarse llevar. Familiares, amigos y los propios novios se entregaron por completo al ritmo de la música, compartiendo risas, abrazos y momentos espontáneos que quedarán en la memoria de todos.
Belén y Carlos abrieron el baile entre aplausos y miradas emocionadas. Su primer baile como marido y mujer fue tierno y alegre, un reflejo fiel de su complicidad. Poco a poco, todos se unieron a la pista: niños, padres, amigos… nadie quiso quedarse fuera de esta gran fiesta.
Los recuerdos de esta noche —la risa, la música, la conexión entre todos— serán tesoros que la pareja y sus seres queridos atesorarán para siempre.







Un día que brilló con el amor y la alegría
La boda de Belén y Carlos en Trujillo y Dehesa La Torrecilla fue mucho más que un evento; fue un auténtico caleidoscopio de emociones, amor y alegría. En cada rincón, en cada sonrisa compartida y en cada baile, quedó plasmada la magia de su historia.
Trujillo y la Dehesa Torrecilla se unieron para crear un escenario inolvidable donde se celebró lo más importante: el amor, la familia y la amistad. Fue un día lleno de luz, emoción y momentos que quedarán grabados en la memoria de todos los presentes.
Un día que siempre será recordado como el comienzo de una nueva y emocionante etapa para esta maravillosa pareja.